MANILA.- La esperada ayuda internacional para los cientos de miles de damnificados por el tifón Haiyan en Filipinas está ya en marcha, pero la entrega de suministros básicos de subsistencia y las tareas de rescate se vieron ayer dificultadas por la amenaza de una nueva tormenta que se acerca a la zona devastada.
Los primeros indicios del tifón Zoraida llegaron con fuertes lluvias a la base de emergencia erigida en la ciudad de Tacloban, la más afectada. Si mantiene la ruta proyectada, hoy y mañana golpeará el lugar de la catástrofe.
"Los problemas son inmensos, la zona es gigante, pero nosotros hacemos todo lo humanamente posible. La buena noticia es que las conexiones de telefonía móvil vuelven a funcionar", aseguró el ministro del Interior, Mar Roxas.
Oficialmente, el devastador supertifón mató a 1.798 personas, y ayer el presidente, Benigno Aquino, calculó en una entrevista con la cadena CNN que el total de víctimas fatales sería de 2.000 a 2.500 personas, y que le parecía "demasiado" la cifra de 10.000 fallecidos proyectada sólo para la destruida isla de Leyte. Cientos de miles de supervivientes necesitan con urgencia agua potable, comida, mantas, carpas y remedios, ante la posible aparición de enfermedades. Los desplazados superan largamente el medio millón de personas.
"Hay centenares de pueblos y localidades a lo largo de miles de kilómetros que estaban en el camino del tifón y con las que se han cortado las comunicaciones. Nadie sabe cuál es la situación en estas zonas más rurales y remotas y va a pasar algún tiempo hasta que tengamos toda la visión de la tragedia", sostuvo la referente de Médicos Sin Fronteras en Filipinas, Natasha Reyes.
Nada basta
Naciones Unidas pidió U$S 301 millones de dólares en ayuda financiera para Filipinas. La comunidad internacional se ha comprometido hasta ahora a entregar una sexta parte de ese monto. Por día se repartirán 55.000 paquetes de alimentos para las familias afectadas, pero el suministro no basta: cada vez más gente acude a Tacloban, porque a sus devastados lugares de origen no llega la ayuda. En el dañado aeropuerto de la ciudad, centro operativo de urgencia, se suceden escenas de caos.
"Ya hemos visto muchas crisis, pero esta es una de las más mortales y destructivas. Es demasiado pronto para determinar la escala de la destrucción, pero las necesidades son enormes; es una tragedia muy grande", afirmó la vicesecretaria general para Asuntos Humanitarios y Coordinadora de Ayuda de Emergencia de la ONU, Valerie Amos.
En todas partes, supervivientes desesperados pintan leyendas con las frases "¡Necesitamos comida y agua!", "¡Sálvennos!" o "¡Ayuda!". Los cadáveres putrefactos son recogidos de modo improvisado y arrojados en tumbas comunes, muchos sin ser identificados. La zona costera del centro y sur del país fue la más perjudicada y los escombros dificultan toda tarea; en imposible pensar en la limpieza ahora.
El suministro eléctrico no se recuperará en la región hasta dentro de dos meses, ya que cayeron numerosos postes de electricidad, y se está racionando la venta de combustible en el lugar. (Reuters-DPA)